Mientras servía en la Fuerza Aérea de EE. UU., el sargento Kyle Smilth conoció a Bodza, su compañero pastor alemán. Bodza ha sido detector de bombas desde 2006 y ayuda a salvar vidas oliendo explosivos. Alrededor de 2012, Smith comenzó a trabajar con Bodza y los dos rápidamente se hicieron cercanos.
Me encantó trabajar con él porque me enseñó mucho: la paciencia como guía joven y cómo entender que este trabajo no se trata sólo de ti”, dijo Smith a The Dodo.“
A lo largo de los años, los dos hicieron muchas misiones juntos y cuando llegó el día en que Bodza se jubiló, el sargento Smith decidió adoptarlo. “Lo llevé a casa el mismo día”, dijo.
“Era aún más leal en casa”, dijo Smith. “Me siguió a todas partes. Él recostaba su cabeza al ras de la cama y me decía buenas noches, todas las noches”.
La jubilación de Bodza fue una época feliz, hasta que en el verano de 2016 le diagnosticaron mielopatía degenerativa, una enfermedad incurable que afecta a la médula espinal de los perros.
Ya no podía ni siquiera ponerse de pie, y mucho menos caminar, porque sus extremidades traseras habían perdido su función, según Smith. No podía soportar la tensión de su cuerpo y le resultaba difícil ir al baño.
Smith tuvo que decidir si sacrificar a Bodza, una decisión que ningún dueño de mascota quiere tomar.
Bodza fue llevado a la Clínica Veterinaria Fort Bliss en El Paso, Texas, por Kyle y nueve de sus compañeros de trabajo. Lo acostaron sobre una manta y murió tranquilamente en los brazos de su dueño.
“Nunca olvidaré lo leal que era”, dijo Smith. “Era desinteresado, más que cualquier ser humano que haya conocido. Ha hecho mucho por casi nada y lo hizo con una sonrisa. Lo extraño todos los días”.