Gary era un perro que, durante toda su vida, no había sido tratado como se merecía. Estaba en muy malas condiciones físicas, abandonada y atada a un árbol, sin poder moverse.
Cuando los vecinos del dueño vieron el estado en el que se encontraba supieron que tenían que hacer algo.
Cuando los rescatistas vinieron a salvarla, estaban completamente desconsolados.
Gary tenía una cadena alrededor del cuello y una herida grave en la pierna trasera que le impedía caminar correctamente.
Sin embargo, incluso en tal condición, Gary no se rindió.
Sus rescatistas decidieron usar comida para atraerla a su auto, y Gary hizo todo lo posible para seguirlos, cojeando todo el camino.
Cuando la llevaron al veterinario, se determinó que la pierna de Gary estaba gravemente necrótica .
El veterinario afirmó que probablemente se debió a un alambre de acero en el que quedó atrapada, dejando el hueso expuesto durante días. Debido a esto, sus médicos se vieron obligados a amputarle la pierna.
Para que Gary sanara adecuadamente, la tuvieron que guardar reposo en cama durante un mes entero.
Cuando pasó el mes, Gary estaba ansioso por salir.
Gracias a todo el cariño que recibió durante su recuperación, solo tardó un par de minutos en acostumbrarse a caminar sobre sólo tres patas.
A pesar de todas las dificultades por las que ha pasado esta perrita, no dejó que definieran su vida.
Gary era muy cariñoso y afectuoso, y estaba dispuesto a jugar con cualquiera que encontrara. Y, debido a esto, uno de sus rescatistas simplemente no pudo dejarla ir y decidió adoptarla.
Tan pronto como su salvador llevó a Gary a casa, decidió darle un baño muy necesario.
Al principio, Gary dudaba en meterse en la bañera, pero pronto comprendió que no le haría ningún daño.
Ahora, Gary parece un perro nuevo.
Gary se ha olvidado por completo de su vida pasada y disfruta cada momento que pasa con su nueva familia.
Pasa sus días divirtiéndose y jugando al aire libre con su hermano perrito, recibiendo toda la atención que se merece.
¡Buena chica, Gary!